lunes, 11 de agosto de 2014

Nuevos estados europeos del siglo XX: de la República de Trasnistria como región segregada de la República de Moldavia


República de Transnistria segregada de la República de Moldavia. 
Fuente: blog Im-pulso

El verano pasado Historia a por Todas dedicó varias entradas a presentar nuevos estados fallidos surgidos en el siglo XX. Fue así cómo nos ocupamos de analizar brevemente los casos de la República independiente de Eslovaquia, Estado independiente de Croacia, República democrática de Bielorrusia y del conjunto de estados irlandeses surgidos tras la Primera Guerra Mundial (República Irlandesa, Estado Libre de Irlanda y República de Irlanda). En común, el surgimiento como estados-nación en circunstancias históricas críticas en Europa como fueron el final de la Primera Guerra Mundial y la ocupación nazi de Europa… Retomamos la serie, este verano, con la República Moldava de Transnistria (Pridnestrovia), un estado bajo la protección de Rusia que surge a partir de la segregación de una parte del territorio de una exrepública soviética, Moldavia. La anexión rusa de Crimea y la guerra civil que actualmente se desarrolla en eleste de Ucrania han ayudado a recuperar el recuerdo de este territorio secesionista


La república de Transnistria se extiende sobre una estrecha faja de tierra entre el río Dniester y la frontera suroccidental de Ucrania. Ocupa un territorio de poco más de 4000 kilómetros cuadrados (aproximadamente el doble de la extensión de la isla de Tenerife) y cuenta con medio millón de habitantes, divididos casi a partes iguales entre moldavos, rusos y ucranianos. Su capital es Tiráspol y surge como estado como resultado de la Guerra Civil de Transnistria librada entre 1990 y 1992 cuando este territorio de la exrepública soviéticade Moldavia se opone a la declaración de independencia de Moldavia, finalmente aceptada por la ONU y casi la totalidad de la comunidad internacional. 


El origen del conflicto entre esta región secesionista y el gobierno moldavo de Chisinau hay que buscarlo en la época soviética. Buena parte del territorio de la Transnistria, de hecho, había formado parte de la república soviética de Ucrania hasta los años cuarenta del siglo pasado. La población de origen eslavo (ruso, ucraniano…) y especialmente los judíos -estos últimos prácticamente exterminados- sufrieron la ocupación alemana y rumana durante la Segunda Guerra Mundial. En la posguerra parte de la población moldava fue deportada a Asia Central, acusada de colaboracionismo con el Eje. Las tensiones entre etnias se recuperó en los años ochenta cuando los eslavos percibieron con creciente desconfianza el renacimiento del nacionalismo moldavo, principalmente de la intención declarada por parte de este de unificación del país con Rumanía. Un elemento de particular tensión se percibe en torno a la lengua pues el moldavo es una variante del rumano. Tras la independencia de los años noventa del siglo XX, buena parte de la población del territorio del Transniester se opuso a la sustitución del alfabeto cirílico por el latino en la escritura de la lengua moldava. Aunque es cierto que el componente cultural y nacional explica en parte el proceso de secesión de la región y posterior guerra civil, en la que los separatistas contaron con la ayuda de Rusia (14º ejército), hay analistas que consideran que el componente ideológico político fue más importante aún. Buena parte de la clase dirigente de la época soviética abrazó la causa de la secesión y, de hecho, pese a la apariencia de pluralismo político que existe en el régimen de la república de Transnistria, lo cierto es que es uno de los pocos territorios de las exrepúblicas soviéticas no rusas donde aún hay un reconocimiento público de símbolos de la etapa comunista. Un ejemplo muy claro de ello lo constituye la propia bandera y escudo del estado. Hay reiteradas y bien fundamentadas acusaciones de violaciones de los derechos humanos en este territorio por parte de sus autoridades de facto. En los últimos años se han dado algunos tibios signos de deshielo en las relaciones entre Tiráspol y Chisinau, aún insuficientes para revertir el inmediato pasado de guerra y distanciamiento.

La Guerra Civil produjo la muerte de aproximadamente 1500 personas y el alto el fuego aceptado en 1992, bajo la tutela de la OSCE, sigue aún vigente. La República de Moldavia no acepta la secesión, tampoco la inmensa mayoría de los estados del mundo. De hecho, la mayor parte de sus ciudadanos ha de usar pasaporte moldavo, ruso o ucraniano, su moneda (rublo transnistrio) no puede cambiarse en los mercados internacionales y solamente Rusia y las regiones secesionistas de Abjasia (Georgia), Osetia de Sur (Georgia) y Nagorno Karabaj (Armenia)  mantienen relaciones diplomáticas con la República de Transnistria.

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