viernes, 27 de julio de 2012

Verano de historias olímpicas: Munich (1972); y de la masacre de atletas israelíes


Hoy se inauguran los Juegos Olímpicos de Londres (2012). Es la tercera ocasión que la capital británica los alberga, tras los de 1908 y 1948. Día de fiesta, de júbilo, y de expresión en la ceremonia inaugural de los mejores valores del deporte y el olimpismo. Así sucedió también en la ceremonia inaugural de Munich (1972). Miles de atletas desfilaron y compartieron alegría e ilusiones con miles y miles de espectadores en el estadio olímpico, y millones de televidentes en todo el mundo. No obstante, pocos días después, la violencia y la tragedia se apoderaron de la cita olímpica.



Munich (1972) pasa a la historia del olimpismo precisamente por ser un ejemplo de todo lo contrario, de como la violencia se convierte en la protagonista indiscutible de los Juegos. Un grupo terrorista palestino, Septiembre Negro, tomó como rehenes a once de los veinte miembros del equipo olímpico de Israel. Sucedió el día 5 de septiembre. De madrugada, un comando terrorista formado por ocho miembros entró en el apartamento de la villa olímpica ocupado por los israelíes. El grupo exigió la liberación de más de dos centenares de presos palestinos encarcelados en Israel además de otros dos que estaban en cárceles de Alemania. Israel, desde un primer momento, rechazó cualquier acuerdo y pidió a las autoridades de la República Federal de Alemania que fuesen fuerzas propias las que realizasen el asalto para lograr la liberación de los secuestrados. El Gobierno federal alemán no accedió. Por prohibición legal interna, no era posible autorizar a fuerzas armadas o de seguridad extranjeras al desarrollar una operación de esas características en territorio nacional. 

Al final fueron fuerzas alemanas las que se encargaron de la operación. Simularon un acuerdo y permitieron   al comando secuestrador desplazarse con los secuestrados en dos helicópteros a un aeropuerto militar. Allí, supuestamente, un avión civil de Lufthansa estaba preparado para llevar al comando a El Cairo. La operación de asalto se desarolló mal y se cobró finalmente la vida de los once secuestradores israelíes y de cinco de los ocho miembros del comando. También murió un agente alemán. El impacto de los hechos en las Olimpiadas fue impresionante. Israel (lo que quedaba de su equipo olímpico) abandonó los juegos. Los actos de homenaje que se celebraron en Munich no estuvieron exentos de polémica por el rechazo de algunas delegaciones de países árabes.



En el plano más estrictamente político, la masacre de Munich fue un paso más en el proceso de escalada de tensión árabe-israelí que precedió la Guerra de Yom Kippur de 1973. Israel, por ejemplo, como represalia inmediata, bombardeó bases de la OLP en Líbano y Siria tres días después de la masacre. Hubo dos centenares de víctimas mortales. No fue suficiente para Israel. Golda Meir, como Presidente de Israel, y el Comité de Defensa del país dieron orden al Mossad, los servicios secretos, para mata extrajudicialmente en cualquier lugar del mundo a cualquiera de los miembros de Septiembre Negro que hubiese participado en la   preparación o ejecución del secuestro. La película Munich (Spielberg, 2005) es una interesante aproximación desde el cine a esta operación. Excelente, sin duda, es el trabajo desarrollado por Canal Historia con su documental Ira de Dios, que incluye el relato de algunos de los agentes secretos que participaron en la operación.

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