jueves, 12 de noviembre de 2009

Cae el telón de acero: la Rumanía de Ceausescu y su ajusticiamiento


El régimen comunista de Rumanía celebraba su fiesta nacional el 23 de agosto. Como es habitual en los regímenes totalitarios y dictatoriales, con independencia de su orientación ideológica, este tipo de celebración era motivo para el desarrollo de una gran concentración de masas y culto a la personalidad del líder, en este caso Nicolae Ceausescu. Las imágenes que vemos en el vídeo anterior se corresponden a la de 1986.


Estos días celebramos la caída del Muro de Berlín, hace de eso 20 años. A lo largo de 1989, al calor de la Perestroika, los regímenes comunistas de Europa del Este fueron cayendo y dando paso a regímenes democráticos. Algunos estados, como Alemania Oriental, se resistieron, pero la transición fue relativamente pacífica. La gran excepción la constituyó Rumanía. Los Ceausescu eran los verdaderos amos de un país donde el Partido Comunista Rumano había impuesto una férrea dictadura desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Aunque Ceausescu en cierta medida alejó la política exterior de su régimen del impuesto por la URSS, a diferencia de otros estados del bloque soviético, eso no supuso que fuera precisamente un modelo de eficacia: al contrario, probablemente pocas sociedades sufrieron más y peor las penalidades de la escasez de alimentos -pese al lujo asiático del que se hizo rodear la familia dirigente lejos de la vista de sus conciudadanos-, la censura, el ejercicio sistemático y sórdido de la violencia política contra los disidentes, realizada por su policía política (Securitate).
En plena descomposición del bloque comunista, Ceausescu convocó una manifestación de adhesión a su régimen en Bucarest el 22 de diciembre de 1989 que, de hecho, se convirtió en el pistoletazo de inicio de la revolución popular en la capital, tras varios días de desórdenes públicos iniciados en Timisoara. En medio de la manifestación, los Ceausescu lograron huir de forma rocambolesca por medio un helicóptero, pero todo fue inútil. Capturados pocas horas después, fueron sometidos a un juicio sumarísimo -y grotesco- a manos de oportunistas miembros del régimen que en último momento le dieron la espalda. Ambos fueron condenados a muerte y ajusticiados.

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