viernes, 6 de febrero de 2009

Funerales y enterramientos del siglo XX: Hitler y Goebbels

Este reportaje de la cadena de televisión británica UKTV expone los problemas que aún suscita el reconocimiento de la suerte final del cadáver de Hitler tras su muerte por suicidio el 30 de abril de 1945 y cómo los soviéticos pusieron especial interés en recuperar sus restos y no dejar rastro alguno de ellos.

Resulta singular que incorporemos a Hitler a la serie “Funerales y enterramientos del siglo XX”. ¿Por qué? Porque, lo primero, funerales, no los hubo, y lo segundo, enterramiento, si lo hubo, o los hubo, no fueron púlbicos. Tal era el interés de Hitler en que su propio cadáver no fuese descubierto por los soviéticos que ordenó su incineración, junto a la de su mujer, Eva Braun, orden que se ejecutó finalmente en el jardín de acceso al búnker, con presencia de algunos máximos dirigentes nazis como Goebbels y Bormann, ese mismo día. Esta versión está confirmada por muchos testigos y es fiable. Otra cosa es dónde está su cuerpo. Aquí las dudas son muchas.

Los soviéticos aseguraron de forma pública, sin aportar prueba alguna, que habían encontrado su cuerpo. No obstante, privadamente, hay constancia de las muchas dudas que tal situación generó en las propias autoridades soviéticas. Se encontró en el búnker un cadáver cuyo extraordinario notable parecido físico con Hitler alimentó inicialmente la versión de que éste era su cuerpo. Se trataba de un doble. Años después circuló la versión de que el cadáver, semicalcinado, fue recuperado y enterrado provisionalmente en un acuertelamiento soviético de la antigua República Democrática Alemana, y posteriormente incinerado, para evitar que el lugar de enterramiento se convirtiese en lugar de culto. Hay también otras versiones, éstas muy poco creíbles, que testimonian que Hitler corrió similar suerte a la de algunos de los jerarcas huidos del régimen nazi, el refugio en el sur de Argentina o Chile.

Suerte parecida corrieron los cuerpos del jefe de propaganda nazi, Goobels y su mujer, Magda, quienes se suicidaron el día después a la muerte de Hitler. Previamente Joseph y Magda Goebbels habían acordado el suicidio colectivo de la familia, considerada por el propio régimen como un ejemplo característico de familia nazi. De ahí la existencia de tantas imágenes de padres e hijos en los documentales de la época. Con la ayuda del médico Grothmann, de la SS, envenaron a sus hijos. Los cuerpos de los niños, junto a los calcinados de sus padres, fueron encontrados y filmados por los soviéticos.

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