jueves, 29 de enero de 2009

Funerales y enterramientos del siglo XX: Roosevelt

Estamos ya concluyendo nuestra tarea de la Webquest John Reed entrevista a Lenin, y con ella el tema La Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa, y nos adentramos en el siguiente, El periodo de entreguerras: la Gran Depresión, el surgimiento y el ascenso al poder del fascismo italiano y el nazismo alemán, los antecedentes inmediatos de la Primera Guerra Mundial… Y nuevos personajes históricos de primer orden. Nuestra serie “Funerales y enterramientos del siglo XX” ahora se centra en esta época, y vamos a empezar con un hombre, Franklin Delano Roosevelt, que fue Presidente de EE.UU. entre 1933 y 1945 y artífice de la salida del país de la Gran Depresión del 29, nuestro inmediato tema de estudio a partir de la próxima semana.

Roosevelt es una personalidad de primer orden del siglo XX. Su papel como máximo dirigente de EE.UU. y su acierto con el New Deal y el conjunto de su política económica para superar la terrible crisis del 29, no puede ocultar otras facetas extraordinarias de su trayectoria como Presidente. Dirigió la participación de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial desde diciembre de 1941, ataque japonés a la base de Pearl Harbour, hasta su muerte semanas antes de la conclusión de la Segunda Guerra Mundial en Europa, el 12 de abril de 1945, en su residencia de Warm Springs (estado de Georgia), víctima de un tumor cerebral. En ese momento las tropas aliadas ya estaban en territorio de Alemania y con el III Reich viviendo sus últimos días antes de la derrota definitiva. Su cuerpo fue enterrado en su residencia familiar de Hyde Park, Nueva York, tras la celebración de un funeral de estado en Washington.

A la muerte de Roosevelt se conocieron algunos aspectos de su vida muy poco conocidos hasta entonces, como su invalidez desde los años veinte que le obligó a usar desde entonces bastón y silla de ruedas, detalle que las películas y las fotografías oficiales procuraban disimular. El fallecimiento de Roosevelt fue acogida con regocijo por los dirigentes nazis pues creían que se trataba de un hecho que cambiaría la determinación norteamericana en la guerra: grave error. Su sustituto, el entonces Vicepresidente Harry Truman, llevó a EE.UU. a la victoria aliada final. Incluso tomó la determinación en agosto, una vez concluida la Segunda Guerra Mundial en Europa, de lanzar dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasiki y forzar así la capitulación de Japón.

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